miércoles, 3 de diciembre de 2014

La Feria de San Isidro, sumida en el sopor después de seis corridas

Aunque los tres matadores fueron despedidos con palmas al salir de la plaza, la sexta corrida de la madrileña Feria de San Isidro en la Plaza de Las Ventas no logró despertar al público del sopor que le perseguido en el presente mes.

La corrida fue mansa. Dos toros saltaron al callejón, uno de ellos dos veces. La buena voluntad de los matadores, que tuvieron algunos buenos momentos, arrancó ovaciones en muchas ocasiones, pero no llegó a enardecer a los tendidos.

Juan Mora le propinó a su primer enemigo una tanda de pases de castigo con mucho temple, rodilla en tierra, rematados con un trincherazo muy ceñido, por lo que recibió aplausos.

Eso fue lo mejor que arrrancó el cacereño en toda la tarde. El toro era excelente y valiente aunque, todo sea dicho, estaba falto de fuerza, muy picado.

Con su segundo, Mora mostró que tuvo el mejor momento de su tarde. Saludó desde el tercio por la faena que le hizo a un toro peligroso que se quedaba a la mitad de la embestida, y al que le sacó una buena feria de naturales.

Terminó a la res tras un pinchazo en su sitio, con una estocada que le hizo “guardia”, es decir, atravesada y que le saliá por el costillar.

Mora es un torero sincero en la lidia que maneja bien la muleta y que se juega la vida en cada estocada, aunque no siempre acierta, como ocurrió esta vez.

Pepín Liria le hizo al segundo de la tarde una faena de valor por la que tuvo una petición de oreja que no concedió el presidente, y dio una vuelta al ruedo, ovacionado por el público.

El murciano toreó al astado siempre muy cruzado y le arrancó temples naturales, fajándose con el de Arauz de Robles. Entró a matar con mucha fe y logró una estocada ligeramente caída, haciendo rodar al toro en puntilla.

En su segundo, Liria sólo logró una faena regular y mató mal, aunque en su favor puede decirse que el toro era, como la mayoría de la tarde, mansurrón, que buscaba continuamente la querencia.

El sevillano Dávila Miura, uno de los grandes triunfadores del abono abrileño de La Maestranza de Sevilla, es un diestro de renombrado apellido en el mundo del toro.

La faena que hizo en Sevilla en una sustitución a José Antonio Ruiz “Espartaco” es, para muchos, la más completa de la pasada edición de la feria de la capital andaluza.

Ahora, aunque no pudo emular aquella tarde, estuvo bien con su segundo, que le brindó a su compañero Julián López “El Juli”, que presenció la corrida desde un burladero del callejón.

Una faena meritoria le hizo el sevillano al último de la tarde, construida todo sobre la mano izquierda, logrando algunos pases de mucha cadencia y gusto andaluz.

Dávila Miura derrochó el posible triunfo con la espada. Dos pinchazos y una estocada tras un aviso cuando todavía estaba muleteando, a pesar de lo cual saludó desde el tercio.

Para este viernes repite “El Cordobés” con Eugenio de Mora y Miguel Abellán, que sustituye a Morante de la Puebla.

La ganadería de este jueves fue de Arauz de Robles, completada con dos toros de los hermanos Astolfi, uno de los cuales fue devuelto y salió en su lugar un sombrero de Palomo Linares